Tras numerosos estudios sobre la soledad, se ha puesto de manifiesto una realidad hasta ahora no abordada, no es otra que la relación entre la soledad y el riesgo de desempleo. Esta situación, si la pensamos de manera lógica, tiene sentido. A menores contactos sociales, menos redes de apoyo, siendo un condicionante a la hora de acceder a un nuevo empleo por medio de estos.

Pero ¿y si lo planteamos al revés, puede el desempleo generar soledad? La respuesta es, rotundamente sí. Cuando nos encontramos en lo que se denomina edad laboral, muchas de nuestras relaciones sociales se fundamentan en ese entorno, la oficina o nuestro equipo de trabajo se convierte en el lugar donde pasamos gran parte de nuestro día a día, de ahí que le demos tanta importancia al clima laboral.

Por tanto, ¿qué ocurre cuando nos encontramos en situación de desempleo? Evidentemente, perdemos una parte de nuestra esfera individual, donde también entablamos relaciones de tipo más personal, nos desvinculamos de rutinas, tiempos, proyectos, etc., lo que se convierte para muchas personas, en la pérdida de un sentimiento importante de validez en una sociedad en la que la meritocracia marca la diferencia, somos en función del puesto que ocupamos y lo que valemos para los demás.

El sentimiento de culpa, de no alcanzar las expectativas, de no cumplir con lo impuesto socialmente, puede generar grandes sentimientos de frustración que lleguen a desembocar en profundos sentimientos de soledad y aislamiento.

Además, no olvidemos que hoy en día la necesidad de una estabilidad económica también marca la forma en que nos relacionamos.

¿Qué podemos hacer?

Es importante buscar puntos de encuentro con amistades y vecindad donde se ofrecen espacios de ocio gratuitos. Hay numerosos recursos donde se nos permite desarrollar nuestras inquietudes personales, establecer redes de apoyo generadoras de un bienestar individual que se convierta en un bienestar que nos afecte a todos y todas como comunidad. Las zonas verdes, asociaciones vecinales, espacios comunitarios, actividades grupales municipales o de entidades sociales como teatro, deporte, música, manualididades, o simplemente cafés vecinales son recursos de alto valor social, donde poder generar vínculos que nos conecten con otras personas sin necesidad de que la falta de dinero o trabajo sean un obstáculo para poder dejar de sentirnos en soledad.

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