Uno de los sentimientos que aflora de manera común en los procesos migratorios, es la soledad. Normalmente, ésta es percibida de manera negativa y tiene el nombre de los familiares, amigos, lugares y rutinas que se han dejado atrás y que ahora pasan a ser un recuerdo en un nuevo contexto en el que adaptarse. Tanto si ese proceso migratorio es elegido como si no lo es, el reto ahora será generar redes sociales de apoyo que mitiguen y ayuden a gestionar mejor este sentimiento y que nos permitan formar parte de este nuevo destino.

Cabe destacar que ante el aumento de los conflictos económicos, políticos y sociales así como las guerras entre países, muchas personas son forzadas a emprender estos procesos migratorios. Si bien el sentimiento de soledad puede aparecer sea cual sea la situación de partida, es importante tener en cuenta que en situaciones donde la persona no ha elegido este cambio y donde se suman además ciertas dificultades (pocos recursos económicos, falta de documentación, vivienda, idioma, etc…) la realidad se vuelve más compleja y el sentimiento de soledad se agudiza pudiendo dar paso a problemas de salud y aislamiento que a su vez dificultaran que la persona pueda superar esas dificultades añadidas.

¿Qué se puede hacer?

En primer lugar es fundamental que se sigan implementando proyectos y programas que por un lado visibilicen y sensibilicen a la población sobre las necesidades de las personas migrantes, la realidad y los problemas a los que se enfrentan, para dar una mejor respuesta y acogida como sociedad.

Por otro lado, de manera individual podemos ayudar a que estas personas se sientan acogidas y no teman socializar. Podemos mostrar interés por integrar a estas personas en nuestras actividades habituales de ocio y tiempo libre, un café, un paseo, una charla…

Cualquier excusa es buena para poder crear un vínculo de apoyo y que sientan el calor de la comunidad. Hay un truco que suele ser infalible para saber qué poder hacer para ayudar a estas personas migrantes que sienten soledad: pongámonos en su lugar. Si fuera yo quien he tenido que migrar, ¿cómo me gustaría que me trataran?

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